Los tumaco
La cultura tumaco habitó la costa pacífica colombiana y se extendió hasta el norte de Ecuador, donde se conoce como tolita. Se cree que llegó a su apogeo entre los años 500 y 200 a.C. Enterraban a sus muertos junto a sus artefactos domésticos en montículos llamados tolas. Su cerámica, que representa aspectos de la vida cotidiana, como personajes lujosamente vestidos o gente del común, vieja o enferma, muestra bien definidas las partes del cuerpo, a diferencia de las cerámicas de otras culturas, en las que la cabeza es mas grande y mas detallada que el resto del cuerpo, y cuya presentación es esquemática. A menudo se encuentran deformaciones craneales producidas intencionalmente con planchas de madera o cerámica atadas al cráneo; asimismo abundan las cabezas elaboradas en el molde, algunas con decoraciones en oro que sugieren rituales de decapitación. La cerámica tumaco representa animales, templos, figuras eróticas, caras antropomorfas y figuras portando calaveras a manera de trofeos, pero también se han hallado cilindros para imprimir textiles, pitos y ocarinas. Además de producir cerámica, los tumaco trabajaron el oro y el platino, y se cree que la orfebrería en oro tumaco, que data de 325 a.C., es la mas antigua de Colombia.
La cultura de San Agustín
El grupo aborigen de San Agustín se localizo al sur de Colombia, en el nacimiento de los ríos Magdalena, Caquetá y Cauca. En esta zona hay vestigios de habitaciones humanas que datan del cuarto milenio antes de Cristo. Entre 1000 y 200 a.C., la región estuvo habitada por un pueblo ceramista que enterraba en cementerios a sus muertos. En el llamado periodo clásico, entre 200 a.C. y 800 d.C., surgió otro estilo de cerámica y de orfebrería con una elaboración más compleja, así como altares o relicarios mortuorios o estatuas monumentales. Las poblaciones de San Agustín tallaron centros ceremoniales y sarcófagos en piedra decorándolos con efigies del difunto o con figuras de sus dioses. En sus tallas predomina la figura del felino, considerado el símbolo de la energía vital, la ferocidad y agresividad, representada en tres temas básicos: el jaguar atacando a la mujer, el hombre transformado en jaguar y las figuras antropomorfas con colmillos. También se hallan esculturas bimorfas, de doble imagen: animal-humano, pájaro-reptil, simio-sapo, o pez alado. Los trabajos en oro del periodo clásico suelen ser muy sencillos: en su mayoría, narigueras y piezas para colgar; pero, asimismo, se aprecian algunos ejemplos de figuras huecas hechas en lamina de oro martillado. Hacia el año 800 a.C., la región de San Agustín fue ocupada por otra cultura que permaneció allí hasta la llegada de los conquistadores; pero no dejaron esculturas ni artefactos de envergadura.
La comunidad Malagana
Este grupo cultural se localizo cerca de Palmira, al suroriente del valle del Cauca, en la región del Bolo, simultáneamente con la fase de yocoto de la cultura Calima. Se han comprobado numerosas afinidades con la cultura Calima, tumaco y de San Agustín, y se cree que compartieron la tradición cultural. En orfebrería produjeron narigueras, mascaras antropomorfas, pectorales, poporos, collares y figuras humanas enmascaradas. Representaron figuras de jaguar y de murciélago, y de combinaciones de animales, como el cocodrilo-jaguar. También se han encontrado instrumentos musicales estampados con figuras geométricas, piezas de colgar muy ornamentadas y una flor construida con tres partes móviles.
La cultura de Tierradentro
Se cree que esta región estuvo habitaba desde el año 1000 a.C. por un grupo social de agricultores. Las tumbas subterráneas talladas en la roca hasta una profundidad de 7m, y cuyo acceso se hace por escaleras en piedra, son características de esta cultura, que reutilizaba sus tumbas después de limpiar los restos del difunto, reducirlos a cenizas y trasladarlos a urnas decoradas con incisiones geométricas y figuras zoomorfas, que, a su vez, colocaban en hipogeo una capacidad hasta para cuarenta urnas. Los hipogeos estaban decorados con pinturas murales que reproducían la estructura de las hojas de palma de las casa de habitación, y con figuras geométricas, algunas abstractas, y otras representando cabezas zoomorfas y antropomorfas en rojo, negro y amarillo. La cerámica de Tierradentro tiene afinidad con la de San Agustín; las piezas más comunes son las urnas funerarias, las jarras, los vasos, las vasijas y las ollas de tres patas. Si bien las urnas están decoradas con formas geométricas y figuras de animales simplificados, y los vasos, cuyo uso era quizá ceremonial, están decorados con pintura negra, las oolas y las jarras no llevan decoración alguna. Poco se conoce del trabajo en oro de la cultura Tierradentro, probablemente por efecto del saqueo discriminado de los guaqueros, aunque el fraile Juan de Santa Gertrudis, en 1756, reseño el hallazgo de maravillosas tumbas con figuras de oro de tigres, micos, culebras y ranas. La figura del jaguar, no obstante, aparece representada a menudo en las piezas de oro.
La Tolima
La cultura Tolima habito en el valle de Magdalena Medio. Debido a que esta es una región rica en oro, sus pobladores desarrollaron una orfebrería a gran escala cuyas piezas, generalmente verticales de geometría angular marcada, se caracterizan por un diseño esquemático; las figuras con cabezas adornadas, patas o alas en ángulos rectos, a veces decoradas con perforaciones son típicas. Estos iconos reaparecen frecuentemente en collares, pectorales y piezas de colgar. Se han encontrado pectorales con caras humanas y hocicos felinos. La cerámica Tolima guarda similitudes con la de las regiones aledañas. Entre la producción de esta cultura, vale la pena destacar también las sillas en cerámica con fines funerarios, así como su alfarería, que representa animales y casas, además de sus urnas, cuyas tapas están pintadas y decoradas con figuras antropomorfas.
La cultura de Nariño
Los antiguos habitantes de Nariño conformaron tres grandes grupos identificados como capulí, piartal y tuza. Estos habitaron el altiplano, la zona plana costeña y las tierras tropicales, en lo que hoy es ese departamento. La cultura capulí se produjo en 700 y 1500 d.C., y desarrollo un extenso comercio con otras tribus. Entre su producción de cerámica hay figuras de coqueros, hombrecillos sentados sobre bancas masticando hojas de coca; también aparecían mujeres sentadas, vestidas con faldas, asi como gritones o figuras con la boca ampliamente abierta. Estas figuras, así como las piezas de cerámicas de ollas y vasos, están decoradas con rayas rectas paralelas, grabadas y pintadas en negro sobre rojo, así como rombos concéntricos decorados con pájaros, sapos, micos o felinos. En las tumbas subterráneas de techo arqueado de la cultura de Nariño se han encontrado recipientes con objetos de oro, cuentas de collar y piezas de colgar. El grupo piartal produjo cerámica multicolor sin decoraciones antropomorfas ni zoomorfas, y entre sus objetos de oro se encuentran narigueras con discos de oro y cobre de unos 18cm de diámetro, decoradas con figuras geométricas. El grupo tuza produjo ollas, platos y ánforas de barro, generalmente pintados en los bordes con animales y formas vegetales estilizadas; igualmente se han encontrado instrumentos musicales en forma de concha.
La quimbaya
La cultura quimbaya habito el valle del rio Cauca desde varios siglos antes de Cristo hasta el primer milenio después de Cristo; aunque un poco investigada, se le conoce una cerámica de color café afín a las de las culturas yocoto, Tolima y San Agustina. Entre los hallazgos de esta cultura abundan las piezas de oro, narigueras, aretes, poporos y collares. Tras el periodo quimbaya clásico, el periodo tardío dejo más ejemplos de orfebrería en oro y cerámica, de cabeza plana, con ojos y boca grabados en la arcilla, y decorados con diseños geométricos pintados. Los quimbayas son considerados los mejores orfebres precolombinos en el área colombiana, y entre sus objetos figuran sus excepcionales poporos, remates de báculos y remos, cascos ceremoniales, narigueras y piezas de colgar.
Los sinu
La cultura sinu floreció en las llanuras irrigadas por los ríos de Cauca, San Jorge, Sinu y Nechi, en la zona que actualmente ocupan los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar. El área fue habitada por diversos pueblos con anterioridad al 900ª.C. Junto los tairona, forman parte del área cultural Caribe que habito la región litoral del norte de Colombia. Las piezas que elaboraron en alfarería incluían copas, tapas de urnas, ollas y pitos. A menudo, la figura femenina aparece en sus piezas como símbolo de una sociedad basada en el matriarcado; sus elementos decorativos preferidos eran el rombo y la cruz. La orfebrería de los sinu, de singular belleza, se desarrollo con el oro del bajo Cauca, a partir del cual producían primero laminas martilladas y repujadas, con las que luego elaboraban diversos objetos, como pectorales, cuentas para collares y remates de báculos con figuras antropomorfas, de decoración recargada y con representaciones de la fauna de la región, característica de la cultura Caribe.
Los tairona
La poca homogénea cultura habito en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus alrededores, y parece haber tenido afinidades culturales con el pueblo muisca. La materia prima para la orfebrería en tumbaga –aleación de oro y cobre- era conseguida por los taironas a través de intercambios con otras culturas. Al parecer, la tairona tuvo dos periodos: el primero data del siglo V d.C., y el segundo de 700 hasta 1525 d.C., cuando alcanzo su apogeo cultural. Los tairona desarrollaron un calendario agrícola y constituyeron importantes obras de ingeniería, como caminos de piedra, terrazas, puentes y canales de irrigación. Su cerámica, que data de 1000 a.C, esta representada por recipientes de color negro, rojo y café claro, con formas antropomorfas y base circular, sus piezas de oro, bellamente terminadas y de índole simbólica, generalmente representan seres alados, como hombres-murciélagos; también hay piezas como narigueras, collares, pectorales y aretes que representan jaguares y pájaros con significados, al parecer también simbólicos o totémicos.
La cultura muisca
Esta cultura también conocida como chibcha por el nombre de su lenguaje, prospero en las regiones que hoy ocupan los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, y data desde 800 a.C. hasta la Conquista. Estuvo antecedida por una cultura premuisca llamada herrera, que apareció en 300 a.C. y se extendió varios siglos después de Cristo. Además de desarrollar una agricultura avanzada, parece que este pueblo poseía conocimientos astronómicos. El sol representaba la fertilidad y la vida, y su símbolo era el oro. Veneraban a diversos dioses como Bochica, Chuchavitea, Nermequene, Chía y Bachue, cada uno con atributos diferentes, y a quienes hacían ofrendas y sacrificios humanos. Entre sus ceremonias se destaca el conocido rito de Eldorado, que se celebra con motivo del ascenso de un nuevo cacique, y en el cual esta debía cubrirse el cuerpo con polvo de oro para luego sumergirse en la Laguna de Guatavita. Durante el período herrera, la orfebrería fue muy escasa, y la cerámica, muy simple y sin pintura; pero, durante el periodo muisca, aunque la cerámica de uso diario continuo siendo sin simple y sin decoraciones, las piezas ceremoniales, en contraste, usualmente llevaban decoraciones con formas geométricas y algunas representaciones de animales. De este periodo data las múcuras o ánforas de barro para almacenar chicha. Sus objetos de oro datan del siglo X d.C.; generalmente son algo burdos, pues, al parecer, fueron producidos en masa a partir de moldes diseñados para tal fin. Para agradecer o solicitar favores a los dioses, esta cultura elaboraba pequeñas figuras de personajes como guerreros y mujeres casi siempre portando niños, conocidas como tunjos, o representaciones de escenas de sacrificios, que se depositaban en vasijas de barro cuya figuración, a su vez, representaba caciques o chamanes, y que finalmente servían como ofrendas que se guardaban en cuevas o grietas en las piedras.
La cultura tumaco habitó la costa pacífica colombiana y se extendió hasta el norte de Ecuador, donde se conoce como tolita. Se cree que llegó a su apogeo entre los años 500 y 200 a.C. Enterraban a sus muertos junto a sus artefactos domésticos en montículos llamados tolas. Su cerámica, que representa aspectos de la vida cotidiana, como personajes lujosamente vestidos o gente del común, vieja o enferma, muestra bien definidas las partes del cuerpo, a diferencia de las cerámicas de otras culturas, en las que la cabeza es mas grande y mas detallada que el resto del cuerpo, y cuya presentación es esquemática. A menudo se encuentran deformaciones craneales producidas intencionalmente con planchas de madera o cerámica atadas al cráneo; asimismo abundan las cabezas elaboradas en el molde, algunas con decoraciones en oro que sugieren rituales de decapitación. La cerámica tumaco representa animales, templos, figuras eróticas, caras antropomorfas y figuras portando calaveras a manera de trofeos, pero también se han hallado cilindros para imprimir textiles, pitos y ocarinas. Además de producir cerámica, los tumaco trabajaron el oro y el platino, y se cree que la orfebrería en oro tumaco, que data de 325 a.C., es la mas antigua de Colombia.
La cultura de San Agustín
El grupo aborigen de San Agustín se localizo al sur de Colombia, en el nacimiento de los ríos Magdalena, Caquetá y Cauca. En esta zona hay vestigios de habitaciones humanas que datan del cuarto milenio antes de Cristo. Entre 1000 y 200 a.C., la región estuvo habitada por un pueblo ceramista que enterraba en cementerios a sus muertos. En el llamado periodo clásico, entre 200 a.C. y 800 d.C., surgió otro estilo de cerámica y de orfebrería con una elaboración más compleja, así como altares o relicarios mortuorios o estatuas monumentales. Las poblaciones de San Agustín tallaron centros ceremoniales y sarcófagos en piedra decorándolos con efigies del difunto o con figuras de sus dioses. En sus tallas predomina la figura del felino, considerado el símbolo de la energía vital, la ferocidad y agresividad, representada en tres temas básicos: el jaguar atacando a la mujer, el hombre transformado en jaguar y las figuras antropomorfas con colmillos. También se hallan esculturas bimorfas, de doble imagen: animal-humano, pájaro-reptil, simio-sapo, o pez alado. Los trabajos en oro del periodo clásico suelen ser muy sencillos: en su mayoría, narigueras y piezas para colgar; pero, asimismo, se aprecian algunos ejemplos de figuras huecas hechas en lamina de oro martillado. Hacia el año 800 a.C., la región de San Agustín fue ocupada por otra cultura que permaneció allí hasta la llegada de los conquistadores; pero no dejaron esculturas ni artefactos de envergadura.
La comunidad Malagana
Este grupo cultural se localizo cerca de Palmira, al suroriente del valle del Cauca, en la región del Bolo, simultáneamente con la fase de yocoto de la cultura Calima. Se han comprobado numerosas afinidades con la cultura Calima, tumaco y de San Agustín, y se cree que compartieron la tradición cultural. En orfebrería produjeron narigueras, mascaras antropomorfas, pectorales, poporos, collares y figuras humanas enmascaradas. Representaron figuras de jaguar y de murciélago, y de combinaciones de animales, como el cocodrilo-jaguar. También se han encontrado instrumentos musicales estampados con figuras geométricas, piezas de colgar muy ornamentadas y una flor construida con tres partes móviles.
La cultura de Tierradentro
Se cree que esta región estuvo habitaba desde el año 1000 a.C. por un grupo social de agricultores. Las tumbas subterráneas talladas en la roca hasta una profundidad de 7m, y cuyo acceso se hace por escaleras en piedra, son características de esta cultura, que reutilizaba sus tumbas después de limpiar los restos del difunto, reducirlos a cenizas y trasladarlos a urnas decoradas con incisiones geométricas y figuras zoomorfas, que, a su vez, colocaban en hipogeo una capacidad hasta para cuarenta urnas. Los hipogeos estaban decorados con pinturas murales que reproducían la estructura de las hojas de palma de las casa de habitación, y con figuras geométricas, algunas abstractas, y otras representando cabezas zoomorfas y antropomorfas en rojo, negro y amarillo. La cerámica de Tierradentro tiene afinidad con la de San Agustín; las piezas más comunes son las urnas funerarias, las jarras, los vasos, las vasijas y las ollas de tres patas. Si bien las urnas están decoradas con formas geométricas y figuras de animales simplificados, y los vasos, cuyo uso era quizá ceremonial, están decorados con pintura negra, las oolas y las jarras no llevan decoración alguna. Poco se conoce del trabajo en oro de la cultura Tierradentro, probablemente por efecto del saqueo discriminado de los guaqueros, aunque el fraile Juan de Santa Gertrudis, en 1756, reseño el hallazgo de maravillosas tumbas con figuras de oro de tigres, micos, culebras y ranas. La figura del jaguar, no obstante, aparece representada a menudo en las piezas de oro.
La Tolima
La cultura Tolima habito en el valle de Magdalena Medio. Debido a que esta es una región rica en oro, sus pobladores desarrollaron una orfebrería a gran escala cuyas piezas, generalmente verticales de geometría angular marcada, se caracterizan por un diseño esquemático; las figuras con cabezas adornadas, patas o alas en ángulos rectos, a veces decoradas con perforaciones son típicas. Estos iconos reaparecen frecuentemente en collares, pectorales y piezas de colgar. Se han encontrado pectorales con caras humanas y hocicos felinos. La cerámica Tolima guarda similitudes con la de las regiones aledañas. Entre la producción de esta cultura, vale la pena destacar también las sillas en cerámica con fines funerarios, así como su alfarería, que representa animales y casas, además de sus urnas, cuyas tapas están pintadas y decoradas con figuras antropomorfas.
La cultura de Nariño
Los antiguos habitantes de Nariño conformaron tres grandes grupos identificados como capulí, piartal y tuza. Estos habitaron el altiplano, la zona plana costeña y las tierras tropicales, en lo que hoy es ese departamento. La cultura capulí se produjo en 700 y 1500 d.C., y desarrollo un extenso comercio con otras tribus. Entre su producción de cerámica hay figuras de coqueros, hombrecillos sentados sobre bancas masticando hojas de coca; también aparecían mujeres sentadas, vestidas con faldas, asi como gritones o figuras con la boca ampliamente abierta. Estas figuras, así como las piezas de cerámicas de ollas y vasos, están decoradas con rayas rectas paralelas, grabadas y pintadas en negro sobre rojo, así como rombos concéntricos decorados con pájaros, sapos, micos o felinos. En las tumbas subterráneas de techo arqueado de la cultura de Nariño se han encontrado recipientes con objetos de oro, cuentas de collar y piezas de colgar. El grupo piartal produjo cerámica multicolor sin decoraciones antropomorfas ni zoomorfas, y entre sus objetos de oro se encuentran narigueras con discos de oro y cobre de unos 18cm de diámetro, decoradas con figuras geométricas. El grupo tuza produjo ollas, platos y ánforas de barro, generalmente pintados en los bordes con animales y formas vegetales estilizadas; igualmente se han encontrado instrumentos musicales en forma de concha.
La quimbaya
La cultura quimbaya habito el valle del rio Cauca desde varios siglos antes de Cristo hasta el primer milenio después de Cristo; aunque un poco investigada, se le conoce una cerámica de color café afín a las de las culturas yocoto, Tolima y San Agustina. Entre los hallazgos de esta cultura abundan las piezas de oro, narigueras, aretes, poporos y collares. Tras el periodo quimbaya clásico, el periodo tardío dejo más ejemplos de orfebrería en oro y cerámica, de cabeza plana, con ojos y boca grabados en la arcilla, y decorados con diseños geométricos pintados. Los quimbayas son considerados los mejores orfebres precolombinos en el área colombiana, y entre sus objetos figuran sus excepcionales poporos, remates de báculos y remos, cascos ceremoniales, narigueras y piezas de colgar.
Los sinu
La cultura sinu floreció en las llanuras irrigadas por los ríos de Cauca, San Jorge, Sinu y Nechi, en la zona que actualmente ocupan los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar. El área fue habitada por diversos pueblos con anterioridad al 900ª.C. Junto los tairona, forman parte del área cultural Caribe que habito la región litoral del norte de Colombia. Las piezas que elaboraron en alfarería incluían copas, tapas de urnas, ollas y pitos. A menudo, la figura femenina aparece en sus piezas como símbolo de una sociedad basada en el matriarcado; sus elementos decorativos preferidos eran el rombo y la cruz. La orfebrería de los sinu, de singular belleza, se desarrollo con el oro del bajo Cauca, a partir del cual producían primero laminas martilladas y repujadas, con las que luego elaboraban diversos objetos, como pectorales, cuentas para collares y remates de báculos con figuras antropomorfas, de decoración recargada y con representaciones de la fauna de la región, característica de la cultura Caribe.
Los tairona
La poca homogénea cultura habito en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus alrededores, y parece haber tenido afinidades culturales con el pueblo muisca. La materia prima para la orfebrería en tumbaga –aleación de oro y cobre- era conseguida por los taironas a través de intercambios con otras culturas. Al parecer, la tairona tuvo dos periodos: el primero data del siglo V d.C., y el segundo de 700 hasta 1525 d.C., cuando alcanzo su apogeo cultural. Los tairona desarrollaron un calendario agrícola y constituyeron importantes obras de ingeniería, como caminos de piedra, terrazas, puentes y canales de irrigación. Su cerámica, que data de 1000 a.C, esta representada por recipientes de color negro, rojo y café claro, con formas antropomorfas y base circular, sus piezas de oro, bellamente terminadas y de índole simbólica, generalmente representan seres alados, como hombres-murciélagos; también hay piezas como narigueras, collares, pectorales y aretes que representan jaguares y pájaros con significados, al parecer también simbólicos o totémicos.
La cultura muisca
Esta cultura también conocida como chibcha por el nombre de su lenguaje, prospero en las regiones que hoy ocupan los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, y data desde 800 a.C. hasta la Conquista. Estuvo antecedida por una cultura premuisca llamada herrera, que apareció en 300 a.C. y se extendió varios siglos después de Cristo. Además de desarrollar una agricultura avanzada, parece que este pueblo poseía conocimientos astronómicos. El sol representaba la fertilidad y la vida, y su símbolo era el oro. Veneraban a diversos dioses como Bochica, Chuchavitea, Nermequene, Chía y Bachue, cada uno con atributos diferentes, y a quienes hacían ofrendas y sacrificios humanos. Entre sus ceremonias se destaca el conocido rito de Eldorado, que se celebra con motivo del ascenso de un nuevo cacique, y en el cual esta debía cubrirse el cuerpo con polvo de oro para luego sumergirse en la Laguna de Guatavita. Durante el período herrera, la orfebrería fue muy escasa, y la cerámica, muy simple y sin pintura; pero, durante el periodo muisca, aunque la cerámica de uso diario continuo siendo sin simple y sin decoraciones, las piezas ceremoniales, en contraste, usualmente llevaban decoraciones con formas geométricas y algunas representaciones de animales. De este periodo data las múcuras o ánforas de barro para almacenar chicha. Sus objetos de oro datan del siglo X d.C.; generalmente son algo burdos, pues, al parecer, fueron producidos en masa a partir de moldes diseñados para tal fin. Para agradecer o solicitar favores a los dioses, esta cultura elaboraba pequeñas figuras de personajes como guerreros y mujeres casi siempre portando niños, conocidas como tunjos, o representaciones de escenas de sacrificios, que se depositaban en vasijas de barro cuya figuración, a su vez, representaba caciques o chamanes, y que finalmente servían como ofrendas que se guardaban en cuevas o grietas en las piedras.
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