domingo, 15 de noviembre de 2009

ArTe De Los SiigLos XX y XXI

En las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX llegaron desde Europa aires de renovación que influyeron en el arte colombiano, especialmente en las pintura académica de ese tiempo, tras lo cual surgieron nuevas figuras, algunas de las cuales habían encontrado el momento y el impulso necesarios para iniciar una manifiesta búsqueda de sus raíces y su identidad.

Andrés de Santamaría (1860-1945)
Pintor bogotano que vivió entre los dos siglos. Desde muy temprana edad, emigro a Europa, donde se radico en Bélgica. Su formación artística se fundamento en las corrientes europeas del momento. Impresionismo y expresionismo se cruzan en su pintura; el estudio de la luz y el color, junto con la aplicación espesa y agresiva del pigmento, hacen de su pintura una obra revolucionaria y personal para la época, convirtiéndolo en el primer pintor moderno colombiano del siglo XX. A partir del retrato, rompe con el esquema académico del silgo XIX y desarrolla un estilo personal, donde la aplicación del oleo en gruesas capas sucesivas de color produce una superficie tridimensional. La modulación de la forma esta hecha con espátula y pincel cargados de pigmento. El resultado es un retrato espeso que parece estar fuera de foco, con sutiles toques de color para dar la sensación de luz y de atmosfera


El grupo Bachue
Con el ánimo de expresar una identidad cultural de tiempo atrás excluida por las corrientes estéticas que dominaban en el país, algunos artistas colombianos empezaron a reincorporar en su expresión artista la temática indígena y paisajista, produciendo una importante ruptura en el ambiente plástico nacional. Esta preocupación por lo autóctono contribuyo en gran medida no solo a promover el rompimiento con el arte academicista en Colombia sino a impulsar el nacimiento de corrientes más originales e innovadoras. Bajo estas consideraciones estéticas apareció un grupo denominado Bachue, entre cuyos artistas cabe mencionar a Gómez Campusano, José Domingo Rodríguez, Rómulo Rozo, Ramón Barba, Luis Alberto Acuña, Rodrigo Arenas Betancourt y Gonzalo Ariza.
Para este grupo de pintores y escultores colombianos no paso desapercibido el movimiento de los muralistas mexicanos que simultáneamente trabajaban sobre estos mismos presupuestos.


Escultores y pintores
Según cuentan, Picasso les aconsejo al pintor Alberto Acuña y al escultor Rómulo Rozo mirar hacia el pasado precolombino. Una escultura de Bachue, la madre de la mitología chibcha, que había sido expuesta en Sevilla en 1929, le dio nombre a un grupo de pintores y escultores que se inspiraron en la cultura indígena precolombina, específicamente la chibcha, para realizar su obre. Este periodo de arte nacionalista y autóctona tuvo su momento de formación y culminación entre 1920 y 1950.


El expresionismo y el arte abstracto
Mientras se adelantaba esta búsqueda de identidad artística nacionalista. Picasso trabajaba en Paris sus periodos cubista analítico y cubista sintético. Este fue un movimiento histórico determinante para las corrientes artísticas futuras. Georges Braque, Juan Gris, Fernand Leger, para mencionar algunos, desarrollaban las mismas ideas pero cada uno con un mercado estilo personal. La idea de crear un arte basado en el estudio del modelo, tratando de conseguir la mayor fidelidad posible a la naturaleza, dejo de ser prioritaria, se rompió con los esquemas establecidos y se busco sintetizar al máximo el objeto o modelo, hasta llegar a la forma pura y al color simple. Estas ideas tocaron a todos aquellos que de una u otra manera estaban involucrados en el arte. El uruguayo Joaquín Torres García, Vinculado a este movimiento revolucionario europeo, fue el precursor del arte abstracto en América Latina.
En Colombia iniciaron el recorrido de la abstracción Marco Ospina, Albert Arboleda y Eduardo Ramírez Villamizar. Posteriormente, Guillermo Wiedemann, Alejandro Obregón, Edgar Negret y Juan Antonio Roda, cuya formación en su mayoría comenzó en Europa, trajeron a Colombia los pases para un arte nuevo, en donde se abolieron las referencias figurativas.
Por otro lado, Pedro Nel Gómez y Débora Arango, alejados del indigenismo, exploraban el lenguaje del expresionismo.
Guillermo Wiedemann (Múnich 1905-1969)
Fue el máximo representante del arte abstracto en Colombia. De origen alemán, es considerado como el primer artista en producir una pintura no figurativa expresionista. Wiedemann trabajo su obra al oleo y a la acuarela, técnicas que fue perfeccionando a lo largo de su carrera artística. La pintura no figurativa de Wiedemann, como explica el critico de arte Germán Rubiano, puede dividirse entre etapas: de 1957 a 1961, periodo expresionista lirico donde realiza pinturas basadas en el paisaje tropical; de 1962 a 193, época informalista y 1964, fase de aproximación a las formas geométricas.
Eduardo Ramírez Villamizar (1932)
Su periodo de transformación transcurrió entre Paris y Estados Unidos. Su obra pictórica de juventud esta basada en formas geométricas en blanco y negro relacionadas entre si. Posteriormente comenzó una serie de relieves en blanco que fueron preámbulo hacia la escultura, en cuyo ejercicio realizo su obra madura que le mereció reconocimiento nacional e internacional.


El arte precolombino de 1940 a 1960
A partir de 1940 Kandinsky, Modrian y Miro, con sus teorías artísticas sobre el color y la composición, lograron imponer la abstracción como una arte nuevo y revolucionario y que continuo influyendo sobre el arte colombiano de mediados del siglo XX. Otro de los pintores no figurativo es Juan Antonio Roda (1920) de origen español, de Valencia. Conocedor del oficio y de la buena pintura al oleo han producido varias series de pinturas no figurativas, entre las que sobresalieron las Tumbas, los Felipes y los Autorretratos, realizados en la década de los años setenta. Desde entonces su pintura ha oscilado entre la abstracción y la figuración. También ha trabajado la técnica del grabado en la cual ha dejado una extensa obra muy personal.
Alejandro Obregón (1920-1992)
Se formo en Europa y Estados Unidos, y en 1936 se radico en Colombia. La critica de arte Marta Traba escribió sobre el: “La llegada a la pintura colombiana de Alejandro Obregón nos coloca ante el primer pintor de talento con que cuenta Colombia en este siglo…La obra del artista es de desarrollos claros y su evolución esta llena de pautas que muestran de manera inequívoca la alianza del trabajo y el talento”. La pintura expresionista abstracta de Obregón esta inspirada en la fauna y la flora colombianas.
Su obra también es un comentario sobre la realidad política del país. Obregón produjo una serie de pinturas sobre la violencia en la cual se destaca un desnudo de mujer embarazada asesinada: una composición donde la silueta del desnudo femenino divide el cuadro en dos planos contrastantes que evocan un paisaje desolado y desgarrador. Obregón dejo una larga y extensa producción artística que lo convierte en una figura sobresaliente del arte colombiano a nivel nacional e internacional. Junto con Fernando Botero, fueron dos de los primeros artistas colombianos en exhibir su obra en el exterior, y forman parte de una generación de artistas cuya obra es la base para lo que hoy en día se conoce como arte latinoamericano.
Enrique Grau (1920)
Este artista cartagenero ocupa un lugar prominente en la historia del arte colombiano. Su obre esta basad en la representación. Abarca diferentes temas s como el retrato, el desnudo y las composiciones de tendencias surrealistas y pop. Conocedor a fondo de la técnica del oleo, el dibujo y el grabado, su obra muestra un interés especial por la observación minuciosa del detalle y las texturas, y la figura humana es su tema preferido. Sus figuras se vuelven macizas, casi escultóricas, y las cintas, telas y sombreros contribuyen a exagerar su inconfundible mundo alegórico y teatral.
Edgar Negret (1920)
Las esculturas de Negret están ligadas al estudio de los espacios en positivo y en negativo. El sellos personal de este escultor de renombre internacional son los grandes volúmenes geométricos de lamina de hierro pintada en negro, blanco o en los colores primarios. En su obra de las ultimas dos décadas hay una intención por ligar sus abstracciones geométricas con las raíces del arte precolombino. Al comienzo, su escultura estuvo marcada por una búsqueda formal de formas geométricas entrelazadas, de diseño casi puro, que mas tarde fue transformado en su obra más poética y barroca. Una de las series por las cuales es conocido internacionalmente es la de los Navegantes realizada en la década de los 60. En ella va armando la escultura con repetición de un modulo, creando la sensación de movimiento. Varias de las esculturas de tamaño monumental de este artista están ubicadas en las plazas publicas de a Popayán.


El arte de los años 1960 a 1970
Durante este periodo fueron numerosos los nombres que descollaron en las artes colombianas, aportándole relieve internacional, si bien estos trabajos no estuvieron enmarcados dentro de una sola línea, tal vez como un reflejo de la proliferación y diversidad de movimientos y corrientes que dominaban e panorama artístico del mundo.
En Estados Unidos se constituyeron una serie de movimientos de arte de vanguardia con el propósito de encontrar una identidad propia, donde la premisa básica era volver la producción artística en un producto de consumo masivo; entre estos movimientos se encuentran el pop-art, el op-art, el arte conceptual, el minimal art y los happenings. Este afán por encontrar algo nuevo y diferente llevo a los artistas a experimentar con materiales diversos y apartarse de las convenciones artísticas tradicionales.
Dentro de esta corriente estética se encuentran, entre otros, Feliza Burstyn, quien con materiales reciclados, como la chatarra, armo su obra escultórica; Bernardo Salcedo con una obra escultórica intrigante y personal de cubos blancos y serruchos entre cajas de vidrio; Olga Amaral que impuso una técnica tradicional y autóctona con sus tapices, en donde el telar es la base para su lenguaje artístico; Álvaro Barrios, que en cajas a veces iluminadas con sus dibujos ilustrativos enmarcados, transcribe un ambiente de recuerdos, nostalgia erótica y misterio, basado en pop-art.
David Manzur (1929)
Si bien la impecable factura de sus trabajos y su exquisito dibujo, productos de un profundo y dedicado conocimiento de la historia del arte, lo han llevado a ser conocido internacionalmente en Colombia, uno de sus máximos logros ha sido su aporte que durante muchos años brindo con la enseñanzas de esos cánones a sus discípulos, muchos de los cuales actualmente figuras promisorias o destacadas en el panorama artístico nacional
Fernando Botero (1932)
Sin ser un artista de vanguardias, pero con una solida formación artística clásica adquirida en Europa, y mediante una juiciosa aplicación de las técnicas tradicionales de la pintura y la escultura. Botero desarrollo en los años setenta un estilo personal marcado por el énfasis en el volumen y la distorsión de las figuras, con un impecable manejo del dibujo, el color y la composición, y bajo una temática producto de la imaginería local que llevo a las letras nacionales y latinoamericanas al famoso boom bajo el nombre del realismo mágico. Posteriormente Botero transcribió la expresión volumétrica de sus imágenes, sus temas costumbristas y sus bodegones de su obra pictórica, a las tres dimensiones resaltando así aun más las características de sus personajes monumentales. Su trabajo ha trascendido las fronteras nacionales convirtiéndose en una obra de talla mundial, que le ha dado identidad y representatividad al arte latinoamericano.
Santiago Cárdenas (1937)
Formado en Estados Unidos, desarrolla el conocimiento del oficio del pintor hasta el punto en que la mente se cuestiona la realidad de los objetos, tableros, pisos, cartones… Estos son pintados con tal maestría que cobran vida y confunden al espectador
Juan Cárdenas (1939)
Pintor y dibujante magistral, formado en Estados Unidos, desarrolla diferentes temas como el autorretrato, los interiores, el paisaje, la historia colombiana y la naturaleza muerta, a través de los cuales logra cuestionar su propia existencia. El paisaje, las paredes, los espejos y la figura humana aparecen en sus cuadros conformados una pintura ilusoria que se vuelve real.
Beatriz González (1938)
Produce una pintura basada en las imágenes de la prensa. Las noticias cotidianas son el tema principal de su obra, donde el gusto popular, combinado con una mordaz y critica visión de la realidad nacional, se convierte en su lenguaje artístico. Se ha destacado asimismo por su papel como impulsadora, curadora, crítica e historiadora de arte.
Ana Mercedes Hoyos (1942)
En el desarrollo de su trabajo ha pasado por varias etapas que van desde la abstracción geométrica hasta la representación figurativa, en el pasado constantemente inspiradas en piezas maestras de la historia del arte. Ahora su trabajo parte más bien de imágenes fotografiadas por ella misma. El trópico caribeño, las frutas y las negras palenqueras trascienden en sus coloridas composiciones


Otros destacados artistas
Luis Caballero Y Darío Morales centraron su obra en el desnudo realista. Luis Caballero combino la pintura y el dibujo para ejecutar torsos y cuerpos con intencionada orientación erótica. La pintura de Darío Morales, fallecido prematuramente, se basa en la modelo desnuda, tratando todo detalle con la misma intensidad realista, con connotaciones eróticas. Las obras de María de la Paz Jaramillo y de Lorenzo Jaramillo están catalogadas dentro de la transvanguardia expresionista colombiana. Mónica Meira, pintora figurativa, comenzó a trabajar en la década del setenta ejecutando una obra basada en el pop-art, donde los objetos cotidianos son su tema principal. Hoy día su obra madura esta constituida por paisajes de grandes extensiones de tierra, agua o montañas, en donde su trabajo adquiere un sentido con la presencia de pequeñas siluetas de personas.
Gustavo Zalamea combina la pintura y el dibujo en sus paisajes con bañistas, Oscar Muñoz explora diferentes medios visuales para sintetizar una obra actual y personal. John Castles y Consuelo Gómez definen su mundo propio a partir de la escultura.
En la década del setenta apareció también un marcado grupo de artistas claramente definido que produjo una obra de protesta política, utilizando diferentes técnicas. Entre ellos se encuentran Humberto Giangrandi, Pedro Alcántara, Aníbal Gil y Alfonso Quijano, quienes impusieron su trabajo con la técnica del grabado. En pintura y dibujo sobresalen Luciano Jaramillo, Carlos Granada y Clemencia Lucena.
El bodego es otro género representado en el arte del siglo XX con la obra personal y contundente de los artistas margarita Lozano. Jim Amaral, Gregorio Cuartas y Ana Mercedes Hoyos.
El paisaje aparece nuevamente en la década de 1970 y 1980 con la pintura figurativa de María Cristina Corte: las vacas, las chambas, los charcos y los atardeceres violetas se vuelven un sello inconfundible de esta pintora bogotana. Antonio Barrera pinto extensas praderas, componiendo atmósferas sutiles y delicadas con pinceladas a la manera impresionista, definiendo la intención emocional del cuadro a través del color. Estos paisajistas recuerdan la serie de pinturas de atmosferas típicas del paramo bogotano de Gonzalo Ariza, en la primera mitad del siglo XX.

El arte de la década de 1980
Beatriz González, Luis Caballero, Santiago Cárdenas, María de la Paz Jaramillo, Darío Morales, John Castles, Saturnino Ramírez, Carlos Rojas, Antonio Samudio, Ana Mercedes Hoyos, Humberto Giangrandi, María Fernanda Cardoso, Juan Fernando Herrán, Rodrigo Facundo, y varios más consolidaron sus propuestas en los años ochenta.
Carlos Rojas (1933-1997)
Pintor y escultor, dejo una producción no figurativa. El punto de partida de su obra fue el diseño abstracto de la naturaleza, la línea y la forma pura. Las formas octagonales encierran el espacio, con la intención de buscar un orden y un equilibrio definidos por una sola línea. Negret, Ramírez y Rojas son la máxima representación de la escultura no figurativa en el arte colombiano a mediados del siglo XX.

Los últimos treinta años
Las décadas de 1980 y 1990 se caracterizaron por una invasión del arte conceptual, las instalaciones, el performance, y los videos, donde las ideas son momentáneas y pasajeras. La intención es cuestionar la durabilidad del arte. Entre estas tendencias esta catalogado el trabajo de María Teresa Hincapié, las esculturas de Doris Salcedo, las instalaciones de María Fernanda Cardoso y los falsos precolombinos de Nadin Ospina, que hacen evidente su comentario mordaz a la fusión de dos culturas, la estadounidense y la precolombina.




sábado, 14 de noviembre de 2009

ArTe dEl SiiGlo XIX

A pesar de que algunos historiadores del arte colombiano insisten en el efecto revolucionario del movimiento de la Independencia sobre los diversos artistas colombianos, para fines del siglo XVIII eran pocos los cambios que se habían presentado en las manifestaciones artísticas del país

La Independencia
La demanda de arte en Santa Fe de Bogotá estaba representada principalmente por los tradicionales encargos de obras religiosas, algunos retratos para la aristocracia y por unos pocos murales, de tipo decorativo, para los salones de una que otra familia pudiente con pretensiones humanistas; sin embargo es dudoso que en Santa Fe de Bogotá, con una población de poco mas de 5600 habitantes blancos existiera un mercado suficientemente grande para mantener ocupados a los mas de cincuenta artistas que en ese momento habitaban en la ciudad. Paralelamente se gestaba, no obstante, un poderoso motor que afectaría el desarrollo de las tendencias artísticas, incluso hasta en nuestros días, y que ha sido llamado el arte popular piadoso. A pesar de que este evoluciono sin guía alguna, se generalizo entre el pueblo y llego a dominar su gusto estético. Enfrentado a este fenómeno, el arte académico seguía su lenta marcha.

Los Figueroa del siglo XIX
Entre los pintores que prosperaron en la primera mitad del siglo XIX en Santa Fe se encuentran en varios miembros de la familia de Pedro José Figueroa, cuya relación con los Figueroa de los siglos XVI y XVII no se ha establecido aun. Este pintor nacido a mediados del siglo XVIII y muerto en 1838, tuvo tres hijos que también fueron pintores, José Miguel, Celestino y Santos; aprendieron el oficio de su padre y trabajaron al igual que el en obras religiosas y retratos. Pedro José Figueroa retrato al virrey de Amar y Borbón y al libertador Simón Bolívar. Sus hijos continuaron su tradición temática además hicieron números copias del retrato del Libertador. José Miguel Figueroa ha sido considerado uno de los artistas que elaboro parte de la serie de las monjas muertas, retratos de oleo de monjas del orden de las clarisas, en su lecho de muerte, y comisionadas por las religiosas a manera de recuerdo. Buena parte de esta admirable serie se encuentra en la Biblioteca Luis Ángel Arango. José Celestino Figueroa fue además profesor de Alberto Urdaneta, el connotado pintor santafereño, fundador del Papel Periódico Ilustrado.

El costumbrismo
Tras la Independencia el país sufrió una fuerte reacción colonialista que no tardaría en entrar en contradicción con las posturas modernistas determinadas por las nuevas corrientes de pensamiento que surgían en Europa. Esta pugna repercutió en las manifestaciones artísticas que reflejaban una marcada añorada por la época colonial al tiempo que se ceñían a las costumbres y tradiciones de las numerosas y distantes regiones de las que se encontraba atomizado el país
José María Espinosa (1796-1883)
Santafereño y pintor auto didáctica, fue en su juventud abanderado de Nariño en la campaña del sur, durante el cual llevo una barrita de tinta china que le sirvió para hacer apuntes de cuanto vio y conoció en esos años. De regreso a Bogotá en 1819, a los 23 años de edad, se estableció como artista profesional. En septiembre de 1928, Bolívar lo llamo Palacio para que le pintara su retrato. Este así como otros al carboncillo, son un testimonio presencial invaluable de la fisionomía del Libertador. Espinosa fue igualmente un genial caricaturista que dejo una galería de personajes santafereños de su tiempo de mucho humor y gran valor histórico. Además de retratar a personajes de la sociedad bogotana al oleo, pinto también muchas miniaturas, oficio que le permitió sobrevivir profesionalmente. La mayoría de los rostros que conocemos hoy de los próceres de la independencia son obra suya. En 1872 cuando el artista tenia 76 años el gobierno de Murillo Toro le encargo pintar las principales batallas de la Independencia en las que el participo; estos trabajos se encuentran actualmente en el Museo Nacional.
Ramón Torres Méndez (1809-1885)
Pintor bogotano, eminentemente costumbrista pero también retratista y miniaturista, fui uno de los primeros representantes del nacionalismo artístico. A los quince años trabajo en una imprenta topográfica y posiblemente también en los talleres de la Casa de la Moneda
Se desempeño como miniaturista; hizo un retrato de Nariño, además de algunos personajes al oleo, y produjo varias alegorías patrióticas y religiosas que se han perdido. Pero su obra más importante son los dibujos y laminas costumbristas reproducidas en litografía y que ilustran ampliamente los trajes y episodios populares, así como las actividades, las costumbres y los paisajes de la Nueva Granada.
Luis García Hevia (1816-1887)
Bogotano, retratista, miniaturista y costumbrista, estudio en el taller de Pedro José Figuera. Su obra muestra la ingenuidad y las limitaciones técnicas de Figueroa. Tenía inclinaciones poéticas y solía agregar sus propios versos a sus pinturas. Entre sus obras más importante figura La muerte de Santander, hoy en el Museo Nacional en Bogotá
José Manuel Groot (1800-1878)
Discípulo quiteño Mariano Hinojosa, aprendió de el y también de Pedro José Figueroa el arte de la miniatura. Pinto al libertador Bolívar del natural en Palacio y dejo apuntes callejeros, pero no fue un pintor sobresaliente.
Si bien los siguientes personajes no fueron artistas profesionales, y se ganaron la vida como políticos, abogados, comerciantes, militares e historiadores, ocasionalmente hicieron arte. Justo Pastor Lozada, además de tendero, mercader, repostero, músico, profesor de filosofía y matemáticas, y político y fue caricaturista y pintor; Manuel Dositeo Carvajal, quien fuera desterrado a Lima, fundo allí una escuela de pintura, y José Gabriel Taris, militar cartagenero, dejo 115 pequeños retratos a la acuarela, encantadores pero ingenuos de personajes contemporáneos suyos.

Los artistas extranjeros
A lo largo del siglo XIX pasaron por o vivieron en Colombia varios pintores y dibujantes extranjeros que dejaron algún testimonio grafico de la Nueva Granada. La información que se conserva sobre muchos de ellas es escasa y su producción fue dispareja y a veces poco numerosa.
Edward Walhous Mark (1817-1895) fue un diplomático ingles, que vivió en Colombia entre 1843c y 1887. Fue además arquitecto, acuarelista y caricaturista político, recorrió parte de la Nueva Granada pintando a la acuarela sus paisajes, ciudades y personajes.
Agusto Lemoyne llego en 1828 y dejo apuntes y bocetos sencillos de lo que vio. Luis de Llanos, pintor que vino como secretario de la Legión de España, fue profesor de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, donde enseño paisajismo. El madrileño Enrique Recio Gil vino a Bogotá en 1894, contratado por el gobierno colombiano para encargarse de las cátedras de pintura en la Escuela de Bellas Artes. Regreso a España en 1897. Gerónimo Martínez (1826-1898) y Celestino Martínez Sánchez (1821-1885) eran artistas caraqueños que enseñaron litografía y grabado en Colombia. Eran pintores y también dejaron varios retratos al oleo. Felipe Sánchez Gutiérrez, pintor de origen mexicano, llego a Bogotá en 1873 donde dirigió la academia Vásquez y posteriormente fundo su propia academia. Antonio Rodríguez fue grabador y pedagogo español que vino a Colombia a dirigir el equipo de Papel Periódico Ilustrado de Alberto Urdaneta.

La comisión Corográfica
En mayo 19 de 1849, bajo el gobierno de José Hilario López, Agustín Codazzi, ingeniero, geógrafo y coronel de Lugo, Italia, fue encargado del levantamiento de la carta geográfica de la República de Colombia y de los respectivos mapas corográficos de las provincias del país, Además la comisión que el encabezo se intereso por estudiar y dejar constancia de los habitantes de Colombia y de sus costumbres, los fenómenos arqueológicos y la botánica así como cuanto dato antropológico y sociológico pudiera tener interés. En esta labor interdisciplinaria participaron Manuel Ancizar, Santiago Pérez, José Jerónimo Triana, Ramón Guerra Anzuela Y Manuel María Paz, y Carmelo Fernández y Enrique Price, entre otros profesionales. La labor duro nueve años y constituye un aporte intelectual y académico de gran alcance para la época, y nunca después igualado en Colombia.
El merito de los artistas de la Comisión Corográfica reside en que, además de un trabajo de creación estética dejaron la mas amplia constancia grafica y objetiva de los habitantes de Colombia de la época de sus entornos.

Papel periódico ilustrado
Entre las labores graficas mas interesantes que se hayan realizado en Colombia figuran el Papel Periódico Ilustrado que alcanzo a publicar 116 números en entregas mensuales, cada una profusamente ilustrada con grabados en madera que retrataban todos los aspectos de la vida nacional. Este fue fundado en agosto de 1881, en Bogotá por el artista y caricaturista santafereño Alberto Urdaneta junto con el grabador español Antonio Rodríguez. En Europa, a donde había viajado a los veinte años, Urdaneta frecuento el taller de Paul Cesar Gariot, y más tarde, el de Messonier.

La Escuela de Bellas Artes
La Escuela de bella Artes inicio actividades en Bogotá el 10 de abril de 1886 bajo la dirección de Alberto Urdaneta, por comisión de Rafael Núñez. Esta institución incluyo cátedras de arquitectura, escultura y música, distadas, entre otros, por Mariano Santamaría, Cesar Sighinolfi y Jorge W. Price.

El Salón Nacional de Artes
A finales de 1886 se organizo el I Salón Nacional de Artes convocado por el gobierno y organizado por Alberto Urdaneta, dentro de las labores propias de la escuela de Bellas Artes. Esta exhibición tuvo merito de divulgar, valorar y llamar la atención sobre las bellas artes nacionales. Según el propio Urdaneta se expusieron obras de pintura, escultura, arquitectura y grabado de artistas nacionales y extranjeros residentes en Colombia, así como obras famosas del arte universal, entre las que se incluían algunas de artistas tan ilustres como Miguel Ángel, Murillo, Van Dyck, Rubens, Canova y Terani. A pesar de que se ha puesto en duda la autenticidad de algunas de las obras expuestas en aquella ocasión, y que fueron atribuidas a estos grandes maestros, el Salón Nacional fue, en su época, un muy meritorio esfuerzo por promover, en Colombia, la divulgación de las artes.

El academicismo
Epifanio Garay (1849-1903)
Este gran pintor retratista de corte académico pinto, casi de manera exclusiva, numerosos retratos de los personajes de la sociedad bogotana, como los de Rafael Núñez y Ricardo Carrasquilla que se encuentran en el Museo Nacional. También dejo unas pocas obras religiosas y otras académicas, como San Juan Evangelista en la catedral de Bogotá y la mujer del levita Efraín en el Museo Nacional. Fue un pintor refinado y discreto pero poco inventivo, cuyo talento se limito a transcribir textualmente lo que estaba frente a sus ojos.
Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930)
Pintor bogotano que estudio en Paris con León Bonnat y Robert Fleury, en la Academia Julien. Manejo el oleo y el pastel con igual destreza, y su temática abordo desde retratos de sus contemporáneos, como Alberto Urdaneta, y de próceres, como Bolívar, hasta cuadros costumbristas. Su obra es algo dispareja en calidad, siendo los cuadros costumbristas religiosos y religiosos inferiores a sus retratos. Fue un excelente pintor de corte académico que supo manejar la luz y la atmosfera con verdadera maestría, en ocasiones algo afín con la visión impresionista no solamente por la forma de captar la luz sino por la pincelada o el trazo. Esta técnica se puede apreciar en la blusa el retrato de Rosa Biester de Acevedo. Siempre discreto y poco atrevido fue, como Garay, un pintor excelente pero poco inventivo. Acevedo Bernal fue director de la Escuela de bellas Artes, y en 1928 el gobierno y la sociedad colombiana le rindieron un homenaje colocándole una corona de oro. Posteriormente viajo a Roma donde murió dos años mas tarde
Francisco Cano (1865-1935)
Pintor, escultor y critico de arte. Estudio en Paris y viajo por Europa. En 1910 fundo el Instituto de Bellas Artes de Medellín. Fue director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. Hizo numerosos retratos y paisajes, y algunos cuadros religiosos.
Otros pintores de esta época fueron Salvador Moreno (1874-1940), pintor académico de gran talento que estudio en Bogotá, México y en la Academia Julien de Paris, sin embargo, en 1902 enloqueció; su obra Espalda pertenece al Museo Nacional. Pantaleón Mendoza nació a mediados del siglo XIX y murió también en estado de locura, en 1909, en Sibate; fue retratada por Acevedo Bernal, y su retrato de Catalina Mendoza se encuentra igualmente en el Museo Nacional.
Marco Tobón Mejía (1876-1933)
Nació en Santa Rosa de Osos, Antioquia. Estudio en Medellín y viajo a la Habana donde realizo algunos relieves. Luego paso una temporada en Paris donde trabajo como platero, pintor y ebanista. Dejo varias esculturas, monumentos en bronce y mármol, plaquetas, medallones y medallas.
Bernardo Vieco (1856-1958)
Escultor y fundidor autodidactica de descendencia asturiana, viajo a Paris donde estudio fundición artística; a su regreso a Medellín monto un taller de fundición en bronce. Invento una mezcla especial de cemento y arena que le permitía controlar el vaciado de bronce caliente. En 1938 traslado su taller a Bogotá donde trabajo en comisiones privadas y monumentos públicos. Entre estos se encuentran la estatua de Santander, comisionada por Eduardo Santos, así como los Bustos de Gaitán, Santander, Rufino Cuervo y Julio Garavito, y el monumento a Uribe en el Parque Nacional. En el cementerio de San Pedro en Medellín se encuentran sus Tres Marías y el Ángel del Silencio. Dejo además obras decorativas en piedra y cemento en el teatro de Colon.
Roberto Henao Buritica
Artista nacido en Armenia estudio escultura y pintura en Paris, su obra mas celebre es La Rebeca, situada en el centro de Bogotá.
Gustavo Arcila Uribe (1895-1963)
Escultor bogotano, que estudio en Estados Unidos y Europa, y regreso a Colombia en 1930. Esculpió la Virgen del cerro de Guadalupe y la estatua de José Vicente Concha en la Gobernación de Cundinamarca.

El paisajismo
A finales del siglo XIX surgió un gran interés por el paisaje como género pictórico independiente, y fue cultivado por varios pintores colombianos que habían estudiado en el exterior. Roberto Paramo (1895-1939) colaboro en la Comisión Corográfica y fue profesor de la Escuela de Bellas Artes. Sus oleos suelen ser pequeños pero de excelente técnica y calidad artística. Trabajo principalmente en la sabana de Bogotá. Ricardo Moros Urbina (1865-1942) trabajo en su juventud en el Papel Periódico Ilustrado. Estudio en Academias de Francia, España e Italia, donde adquirió una técnica excelente y un gusto por captar la luz y la atmosfera. Luis Núñez Borda fue pintor sabanero. Ricardo Borrero Álvarez estudio en España y Francia, donde conoció el trabajo de los pintores de la escuela Barbizón. Enseño en la Escuela de Bellas Artes. Tuvo una predilección por paisajes con montañas y rocas y paisajes urbanos. Jesús María Zamora, pintor boyacense de origen humilde, estudio en la Escuela de Bellas Artes con Montoya y Paramo, y pinto cuadros históricos además de paisajes que generalmente representan grande llanuras. Eugenio Zerda, pintor, escultor y profesor, estudio con Recio Gil y Santamaría, y viajo por Europa. Su obra muestra una influencia del arte impresionista. Tuvo problemas mentales y destruyo parte de su obra. Los cuadros de Eugenio Peña suelen ser algo melancólico y desprovisto de seres humanos. Ricardo de Gómez Campusano (1883-1941), paisajista bogotano, se formo en Colombia. Roberto Pizano, retratista y paisajista bogotano, estudio con Coloriano Leudo y Acevedo Bernal, y más tarde en Paris y Madrid. Murió a los 33 años. Fue además, historiador, profesor y director de la Escuela de Bellas Artes.

jueves, 12 de noviembre de 2009

ArTe dE la CoLoNiia

Tras el escaso aporte a las tradiciones indígenas que trajo la Conquista, el periodo colonial inauguro a su vez una etapa para el arte colombiano que se caracterizo por el desarrollo de talleres y actividades artísticas, en correspondencia con el Renacimiento y el Barroco en Europa

La talla de madera
Los españoles trajeron imágenes talladas y pinturas que representaban santos y episodios de la historia sagrada con el objetivo de propagar la fe católica en el Nuevo Mundo. Estas imágenes se usaban para decorar iglesias y cumplir la función de evangelización y enseñanza de los relatos bíblicos. La mayoría de estas procedían de Sevilla de talleres como los del escultor Martínez Montañés y el pintor Murillo. Sin embargo, a pesar de estar finamente elaboradas, no representan las obras mas sublimes producidas por el arte durante los periodos renacentista y barroco. En la medida en que los españoles se hacían ricos y ascendían de posición social, traían estatua s y pinturas a Amér
ica de artistas sevillanos que no eran los mas famosos. El artista de España era considerado un artesano, mientras que en Italia, el pintor y el escultor, eran catalogados como intelectuales, bien fuera poeta, escritor o historiador. América heredo la noción española del artista como artesano, noción que persistió hasta avanzada la Independencia
Entre en las primeras imágenes talladas que llegaron a la Nueva Granada figuran vírgenes de corte renacentista que datan del siglo XVI. La talla de figuras mas realistas, en comparación con las estatuas primitivas y rígidas medievales, indica que pertenecen al periodo renacentista. La estatua de Nuestra Señora del Rosario de la Conquista, que se encuentra en el monasterio de Santo Domingo en Bogotá, figura entre una de las imágenes mas antiguas del periodo colonial y del Renacimiento.
Imágenes similares a esta se encuentran en el convento de los padres dominicos y en la catedral de Tunja. El Calvario, comisionado al sevillano Juan Bautista Vázquez, en 1538, contra el Crucificado, la Dolorosa, San Juan y Magdalena.
Al periodo barroco corresponde esculturas talladas en madera de San Pedro de Alcántara ejecutada por un autor anónimo y que se encuentra en la Iglesia de San Francisco de Popayán. Este santo carmelita, que colaboro en la reforma de Teresa de Jesús, y la mayoría de las tallas de esta época, fueron hechas por artistas andaluces. San Pedro de Alcántara siempre era representado con una cruz en la mano derecha y una calavera en la izquierda, y la talla de sus costilla, por ejemplo lo hace aparecer como un santo austero.
Otras figuras típicas del arte tallado colonial colombiano provienen proviene de la escuela quiteña a la que pertenecieron los talladores mestizo a Caspicara y Pampite. Esta escuela produjo los tradicionales pasos procesionales, ángeles barrocos semivestidos y pesebres, que se encuentran especialmente en Nariño y Cauca, las regiones mas cercanas a Quito. Estas figuras religiosas, revestidas con un acabado denominado policromado, fueron la manifestación escultórica mas diseminada en la Nueva Granada, a diferencia de la talla en mármol o piedra que abundo en Italia renacentista y Europa, o de la talla alemán, en la que la madera queda a la vista. El policromado es un revestimiento liso y multicolor que se da a la talla en madera, imitando la piel o telas lujosas. Es una técnica típicamente española y americana empleada para representar las imágenes eclesiásticas, y en la Nueva Granada llego a un alto nivel de perfección y belleza en las tallas de los artistas quiteños mencionado arriba. La reputación de estos artistas tiene su origen en los talleres establecidos en Quito a mediados del siglo XVI, por los flamencos franciscanos Jodoco Ricke y Pedro Gocial, desde donde enseñaban estas técnicas a los indios. El fenómeno de mestizaje o la combinación de elementos indígenas con europeos en estas tallas, es otra característica de estas tallas de arte autóctono de América

Los retablos
Los retablos de la Iglesia se desarrollaron avanzando el barroco durante el periodo rococó. Estos, generalmente colocados en un altar, son de origen medieval. Durante este periodo, la representación de las imágenes se dio en mas de dos niveles, y en el retablo aparecen hileras de tres o cuatro cuadros, o esculturas de santos en nichos, en los niveles mas bajos, para terminar con un solo santo en el ultimo nivel. Las figuras de estos retablos, como por ejemplo, en el retablo de la capilla del Rosario, del templo de Santo Domingo, o en el de la capilla del convento de Santa Clara, ambos de Tunja, están talladas en madera y terminadas en policromía y hojilla de oro. La elaboración reca
rgada de estas obras además de ser característica del barroco y el rococó , armonizaba con la arquitectura también barroca de las iglesias reforzaba y complementaba la ide de altar lujoso y la adoración del Dios cristiano, cumpliendo así el objetivo de impresionar al devoto y propagar la nueva fe en América. Las imágenes talladas que hacen parte de los retablos también se elaboraron para adornar el resto de la iglesia, por ejemplo, los ángeles barrocos en las puertas de la catedral de Bogotá. El fondo rojo y el marco dorado asimismo son características de la talla colonial colombiana. Esta combinación de colores se ve por ejemplo en la capilla del convento de Santa Clara en Tunja; en las paredes laterales del retablo de San Francisco y en números iglesias en diferentes ciudades del país.
Este tipo de figura tallada y retablo del arte español y europeo sufrió transformaciones en América debido al fenómeno del mestizaje. Las tallas y los retablos de las iglesias americanas a menudo advierten elementos de esta fusión de culturas. Ejemplos claros del mestizaje se ve en la fachada de la iglesia de Chivara en Boyacá, y en el candelabro de la iglesia de Santo Domingo en Tunja.


Las custodias.

Como parte de las esculturas religiosas del periodo colonial, que también se elaboraron para propagar la fe cristiana en el Nuevo Mundo, figuran las custodias. Dos de estas son el Águila bicéfala de Antonio Rodríguez y N. Álvarez, q
ue se encuentra en la iglesia de San Agustín, Popayán, y la Lechuga de José Galaz que pertenece a la iglesia de San Ignacio en Bogotá. Las custodias de este tipo tiene como elemento común el sol, símbolo de la hostia; la majestuosa utilización de piedras y materiales precioso refleja la idea de la ofrenda. Existen dos teorías en cuanto al concepto que simboliza el Águila de Rodríguez y de Álvarez; la primera sostiene que representa el águila bicéfala de la casa de Austria, mientras que la segunda afirma que se refiere a los pelicanos, símbolos del amor de Cristo


Pintura
En el campo de la pintura existen también numerosas obras que forman parte del arte colonial colombiano, si bien su producción comenzó desde el periodo de la Conquista o Cristo de los fundadores, pintado sobre seda, es una de las pinturas mas antiguas que corresponde
al final de la era renacentista y el periodo de la Conquista de la cual se cree que era el estandarte con que Gonzalo Jiménez de Quesada avanzo por el territorio chibcha y fundo la ciudad de Santa Fe de Bogotá en 1538. Esta imagen parece haber sido inspirada en un libro grabado del libro de Durandos, que a su vez sirvió de motivo a sus artistas en la elaboración de imágenes para estándares cristianos. Versiones de este Cristo crucificado igualmente aparecen en un tapiz que formo parte del altar de campaña de los Reyes Católicos de España, y que se guarda en la Capilla Real de Granada. También aparece en el estandarte del ejercito español que lucho en la batalla naval de Lepanto contra los turcos, en 1571. Esta imagen de Cristo crucificado, hoy borrosa y en mal estado, se coloco en el sepulcro de Jiménez de Quesada y permanece en la sacristía de la catedral de Bogotá.
Otra imagen de la mas antiguas del periodo de la Conquista es la pintura anónima de Cristo de la Cruz que sirvió a los misioneros jesuitas del Casanare. Aunque de carácter primitivo, algunos elementos de su composición, como la clara elaboración anatómica de Cristo, corresponde al Renacimiento.
El primer pintor y platero conocido en Colombia es Alonso de Narváez. Natural de Alcalá de Guadaira, Sevilla, se radico en Tunja a mediados del siglo XVI. Su única obra conocida es la Virgen de Chiquinquira, perteneciente al Santuario de Chiquinquira en Boyacá, y fue pintada alrededor de 1555. Esta imagen fue muy copiada por los pintores de la época porque atribuían poderes milagrosos


Las pinturas murales
A finales del siglo XVI, se estableció en la Nueva Granada el dominico quiteño Pedro Bedon, de formación universitaria y discípulo de maestros de la escuela de Italia como Angelino Medoro. Bedon recorrió en cinco años las ciudades de Bogotá, Tunja y Popayán, donde pintó los muros de temática religiosa de los refectorios y conventos. Murio en Quito en 1621. Alli se encuentra la mayor parte de su obra. En 1972, durante la restauración del convento de Santo Domingo en Tuja se descubrieron pinturas murales al temple de imágenes de santos dominicos, cubiertas bajo capas de cal. Estas se atribuyen al padre Bedon, debido a su alojamiento en ese convento a finales del siglo XVI, época de la cual datan esos frescos.
Al grupo de las pinturas murales también pertenecen las de Tunja, en las casa del escribano Juan de Vargas, y en la del fundador de la ciudad, Gonzalo Suarez Rendon, que fueron elaboradas al final del siglo XVI; constan de imágenes que combinan la mitología grecorromana con la ideología cristiana. En la casa de Juan Vargas, por ejemplo, la imagen desnuda de la diosa de la Antigüedad, Diana, sobrepuesta a la de un rinoceronte alude a una fabula en la que la fuerza de este animal solo podía apaciguarla una muchacha virgen, mitología que luego fue tomada por artistas cristianos medievales para representar tanto la pureza de la Virgen María como su poder sobre el mal. Estos falsos frescos, o pinturas al temple sobre pañete de yeso seco, reflejan el pensamiento prebarroco europeo, en el se comenzaron a combinar aspectos de la vida laica con la religiosa. Tal inquietud correspondía al interés surgido. Con posterioridad a la Edad de la Razón, de basarse en el pensamiento lógico para interpretar no solamente las creencias religiosas, sino para explicar el funcionamiento del universo. Las imágenes de la casa de Juan de Vargas son copias de grabados europeos, en su mayoría pertenecientes a la escuela Fontainebleau. Las de la casa de Suarez Rendón, más ingenuas, fueron concebidas posteriormente en el siglo XVII, por un artista local desconocido, tras la muerte de su dueño. Estas imágenes fueron descubiertas en el siglo XVII para modernizar las habitaciones.

Taller de los Figueroa del siglo XVII
Al Nuevo Reino de Granada llegaron pintores de la escuela barroca italiana, como Angelino Medoro. De el se conservan obras en las iglesias de Bogotá, Tunja y Cali. Pinturas como la anunciación, aportaron al arte colonial los conceptos del arte renacentista y barroco. En la Nueva Granada también se instalaron otros pintores de la escuela sevillana, como Baltasar de Figueroa, el Viejo, cuyo hijo, Gaspar de Figueroa, y nietos, Baltasar y Nicolás de Figueroa, forman parte del grupo mas destacado de pintores criollos de finales del siglo XVII. En sus obras con representaciones de escenas bíblicas y en las de los pintores mas jóvenes, como Gaspar y Baltasar de Figueroa, se aprecian ya elementos del periodo barroco español. Entre estas se encuentran por ejemplo, el retrato de Fray Cristóbal de Torres por Gaspar de Figueroa y El sueño de Jacob, de Baltasar de Figueroa. En la pintura anónima de esta virgen se aprecian elementos barrocos como los ángeles volando en adoración hacia la Virgen. La primera ejecución de la obra además revela que su pintor poseía poca escuela.

Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Entre los seguidores de Figueroa anteriormente mencionados se destacan pintores como Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos y los hermanos Fernández de Heredia. El primero es tal vez uno de los mas famosos pintores barrocos del periodo colonial. Aunque nunca salió del país, adquirió una gran destreza que lo hizo famoso entre sus clientes. Aprendió a pintar como los artistas santafereños de su época, haciendo copias de grabados europeos. Entre sus obras figuran La adoración de los pastores y Depresorios místicos de santa Catalina de Siena. La mayoría de las obras de Vásquez de Arce y Ceballos fueron comisionadas para la capilla del Sagrario de la catedral de Bogotá, al igual que para conventos e iglesias de Cundinamarca y Boyacá, entre ellos, el Seminario Mayor y a iglesia de San Ignacio. A otro pintor seguidor de los Figueroa, se conoce como Camargo. En su obra San José y la Virgen pidiendo posada son evidentes los elementos clásicos, característicos del periodo barroco, como el ángel con armadura y semidescalzo, que recuerda la vestimenta romana.


Periodo del virreinato.
El periodo del virreinato en la Nueva Granada corresponde a los años entre 1740 y 1819. A diferencia de las demás obras discutidas anteriormente, de carácter puramente religioso, el arte virreinal trato temas laicos; represento ante todo a los virreyes y a la aristocracia. Sin embargo, las obras de tipo religioso siguieron siendo características de este periodo, aunque mostraron mayor libertad en el estilo y, a veces, algo de frivolidad propia del rococó. El arte virreinal corresponde a este estilo artístico.


Joaquín Gutiérrez
Retrato a los virreyes, fue uno de los artistas mas conocidos de la época. Sus cuadros del marques y de la marquesa de San Jorge, muestran una minuciosa elaboración en la ejecución de los trajes de los nobles. La técnica de Gutiérrez, sin embargo, no revela una gran escuela. Sus cuadros carecen de los conceptos de forma y claroscuro impuestos durante el Renacimiento. Uno de los objetivos de Gutiérrez era reflejar la suntuosidad de la vestimenta aristocrática mediante los detalles minuciosos, como el bordado y las flores de los trajes, prácticamente relegado a un segundo plano la fisionomía del retrato.
Aunque el arte virreinal presenta características del rococó europeo fue un arte que evoluciono hacia un estilo criollo. Los artistas neogranadinos combinaron características de la obras religiosas populares con los retratos de la aristocracia santafereña. La Virgen de la Peña atribuida a Joaquín Gutiérrez, por ejemplo, viste a la familia sagrada con los trajes típicos de los personajes nobles, como el tricornio francés y la casaca. Además de los rostros de José y de la Virgen son prácticamente iguales a los del virrey Solís y la marquesa de San Jorge.


Pablo Antonio García
El pintor de cámara de Caballero y Góngora fue Pablo Antonio García, sino de los artistas que hizo parte de las Expedición Botánica. A diferencia de Joaquín Gutiérrez, la pintura de García reflejaba un mayor interés por los avances técnicos del renacimiento y el barroco. Por esta razón, Caballero y Góngora, que poseía una profunda pasión por el arte y era gran conocedor de la materia, entre Gutiérrez y García prefirió a este ultimo. El retrato de García del Arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora, del Museo Nacional, permite comparar las diferencias técnicas de ese pintor con el estilo primitivo y popular de Gutiérrez


La expedición Botánica
El rey Carlos III, por medio de cedula real, en 1783, autorizo una expedición botánica por la América septentrional, bajo la dirección del medico y botánico José Celestino Mutis, y bajo los auspicios del virrey Antonio Caballero y Góngora. Su propósito era recopilar información científica relacionada con la botánica y con la identificación de especies con propiedades medicinales, para cuyo fin fue necesario formar una escuela de dibujantes especializados en ilustración botánica. Esta escuela estuvo a cargo del pintor Pablo Antonio García. La escuela, que era gratuita contribuyo tanto en un centro investigativo como un organismo didáctico; inicialmente se estableció en Mariquita, y en 1791 se traslado a Bogotá, donde llego a contar con diecinueve pintores. Los artistas contratados por Mutis para esta empresa fueron en su mayoría americanos, muchos de ellos quiteños, debido a que los españoles no toleraban los rigores del clima. La producción artística consto de 5392 láminas, de ellas 2945 a color que se conservan en el Jardín Botánico de Madrid. En la escuela de la Expedición se estudio por primera vez la naturaleza americana de una manera directa y sistemática. Las pinturas que produjeron estos artistas son en general, obras de excepcional belleza y maestría.

martes, 27 de octubre de 2009

ArTe PreColombiiNo

Las culturas precolombinas, que poblaron el actual territorio colombiano desde el año 5940 a.C. hasta el periodo de la conquista, produjeron obras de arte en ceramica, orfebreria, escultura, pictografia, y en la impresion y el diseño de textiles. Sus costumbres y sus crencias asi como su arte se inspiraron en la geografia de las zonas que habitaron.
Hoy en dia se cree que el arte colombiano mas antiguo se origino en la Costa del Caribe. Hace mas de cinco mil años en varios lugares del territorio colombiano hubo asentamientos humanos en cuyas tumbas casi todos estos antiguos pobladores dejaron objetos tanto de ceramica como de oro, tela, piedra o conchas; lamentablemente, casi todas estas zonas han sido saqueadas por guaqueros.



Los Calima

La cultura Calima estuvo asentada entre los rios Calima y Dagua en la coordillera occidental, entre 1500 a.C y 1600 d.C., y han sido identificadas tres fases de su desarrolo: ilama, yotoco y sonso. Los calima vivieron de la agricultura, la caceria y la pesca, y produjeron figuras humanas en ceramica de colores rojizo y negro. Alparecer se tatuaban el cuerpo con diseños rectangulares y ovalados y con circulos concentricos. Elaboraron figuran en arcillade hombrecillos agachados cargando canastas en la espalda o canasteros, asi como alcarrazas de formas humanas o animales. Los ilama vivieron de 1500 y 200 a.C, y produjeron figurillas de oro martillado con elaboradas decoraciones. Se cree que la fase yocoto se desarrollo entre los años 100 a.C y 800 d.C, produjeron una ceramica burda con superficies sin pintar y decoraciones grabadas. Sus orfebres elaboraron narigueras, collares y pectorales, asi como los cascos utilizados por los guerreros en los combates contra los españoles del siglo XVI.

lunes, 26 de octubre de 2009


Los tumaco
La cultura tumaco habitó la costa pacífica colombiana y se extendió hasta el norte de Ecuador, donde se conoce como tolita. Se cree que llegó a su apogeo entre los años 500 y 200 a.C. Enterraban a sus muertos junto a sus artefactos domésticos en montículos llamados tolas. Su cerámica, que representa aspectos de la vida cotidiana, como personajes lujosamente vestidos o gente del común, vieja o enferma, muestra bien definidas las partes del cuerpo, a diferencia de las cerámicas de otras culturas, en las que la cabeza es mas grande y mas detallada que el resto del cuerpo, y cuya presentación es esquemática. A menudo se encuentran deformaciones craneales producidas intencionalmente con planchas de madera o cerámica atadas al cráneo; asimismo abundan las cabezas elaboradas en el molde, algunas con decoraciones en oro que sugieren rituales de decapitación. La cerámica tumaco representa animales, templos, figuras eróticas, caras antropomorfas y figuras portando calaveras a manera de trofeos, pero también se han hallado cilindros para imprimir textiles, pitos y ocarinas. Además de producir cerámica, los tumaco trabajaron el oro y el platino, y se cree que la orfebrería en oro tumaco, que data de 325 a.C., es la mas antigua de Colombia.



La cultura de San Agustín
El grupo aborigen de San Agustín se localizo al sur de Colombia, en el nacimiento de los ríos Magdalena, Caquetá y Cauca. En esta zona hay vestigios de habitaciones humanas que datan del cuarto milenio antes de Cristo. Entre 1000 y 200 a.C., la región estuvo habitada por un pueblo ceramista que enterraba en cementerios a sus muertos. En el llamado periodo clásico, entre 200 a.C. y 800 d.C., surgió otro estilo de cerámica y de orfebrería con una elaboración más compleja, así como altares o relicarios mortuorios o estatuas monumentales. Las poblaciones de San Agustín tallaron centros ceremoniales y sarcófagos en piedra decorándolos con efigies del difunto o con figuras de sus dioses. En sus tallas predomina la figura del felino, considerado el símbolo de la energía vital, la ferocidad y agresividad, representada en tres temas básicos: el jaguar atacando a la mujer, el hombre transformado en jaguar y las figuras antropomorfas con colmillos. También se hallan esculturas bimorfas, de doble imagen: animal-humano, pájaro-reptil, simio-sapo, o pez alado. Los trabajos en oro del periodo clásico suelen ser muy sencillos: en su mayoría, narigueras y piezas para colgar; pero, asimismo, se aprecian algunos ejemplos de figuras huecas hechas en lamina de oro martillado. Hacia el año 800 a.C., la región de San Agustín fue ocupada por otra cultura que permaneció allí hasta la llegada de los conquistadores; pero no dejaron esculturas ni artefactos de envergadura.




La comunidad Malagana
Este grupo cultural se localizo cerca de Palmira, al suroriente del valle del Cauca, en la región del Bolo, simultáneamente con la fase de yocoto de la cultura Calima. Se han comprobado numerosas afinidades con la cultura Calima, tumaco y de San Agustín, y se cree que compartieron la tradición cultural. En orfebrería produjeron narigueras, mascaras antropomorfas, pectorales, poporos, collares y figuras humanas enmascaradas. Representaron figuras de jaguar y de murciélago, y de combinaciones de animales, como el cocodrilo-jaguar. También se han encontrado instrumentos musicales estampados con figuras geométricas, piezas de colgar muy ornamentadas y una flor construida con tres partes móviles.




La cultura de Tierradentro
Se cree que esta región estuvo habitaba desde el año 1000 a.C. por un grupo social de agricultores. Las tumbas subterráneas talladas en la roca hasta una profundidad de 7m, y cuyo acceso se hace por escaleras en piedra, son características de esta cultura, que reutilizaba sus tumbas después de limpiar los restos del difunto, reducirlos a cenizas y trasladarlos a urnas decoradas con incisiones geométricas y figuras zoomorfas, que, a su vez, colocaban en hipogeo una capacidad hasta para cuarenta urnas. Los hipogeos estaban decorados con pinturas murales que reproducían la estructura de las hojas de palma de las casa de habitación, y con figuras geométricas, algunas abstractas, y otras representando cabezas zoomorfas y antropomorfas en rojo, negro y amarillo. La cerámica de Tierradentro tiene afinidad con la de San Agustín; las piezas más comunes son las urnas funerarias, las jarras, los vasos, las vasijas y las ollas de tres patas. Si bien las urnas están decoradas con formas geométricas y figuras de animales simplificados, y los vasos, cuyo uso era quizá ceremonial, están decorados con pintura negra, las oolas y las jarras no llevan decoración alguna. Poco se conoce del trabajo en oro de la cultura Tierradentro, probablemente por efecto del saqueo discriminado de los guaqueros, aunque el fraile Juan de Santa Gertrudis, en 1756, reseño el hallazgo de maravillosas tumbas con figuras de oro de tigres, micos, culebras y ranas. La figura del jaguar, no obstante, aparece representada a menudo en las piezas de oro.




La Tolima
La cultura Tolima habito en el valle de Magdalena Medio. Debido a que esta es una región rica en oro, sus pobladores desarrollaron una orfebrería a gran escala cuyas piezas, generalmente verticales de geometría angular marcada, se caracterizan por un diseño esquemático; las figuras con cabezas adornadas, patas o alas en ángulos rectos, a veces decoradas con perforaciones son típicas. Estos iconos reaparecen frecuentemente en collares, pectorales y piezas de colgar. Se han encontrado pectorales con caras humanas y hocicos felinos. La cerámica Tolima guarda similitudes con la de las regiones aledañas. Entre la producción de esta cultura, vale la pena destacar también las sillas en cerámica con fines funerarios, así como su alfarería, que representa animales y casas, además de sus urnas, cuyas tapas están pintadas y decoradas con figuras antropomorfas.




La cultura de Nariño
Los antiguos habitantes de Nariño conformaron tres grandes grupos identificados como capulí, piartal y tuza. Estos habitaron el altiplano, la zona plana costeña y las tierras tropicales, en lo que hoy es ese departamento. La cultura capulí se produjo en 700 y 1500 d.C., y desarrollo un extenso comercio con otras tribus. Entre su producción de cerámica hay figuras de coqueros, hombrecillos sentados sobre bancas masticando hojas de coca; también aparecían mujeres sentadas, vestidas con faldas, asi como gritones o figuras con la boca ampliamente abierta. Estas figuras, así como las piezas de cerámicas de ollas y vasos, están decoradas con rayas rectas paralelas, grabadas y pintadas en negro sobre rojo, así como rombos concéntricos decorados con pájaros, sapos, micos o felinos. En las tumbas subterráneas de techo arqueado de la cultura de Nariño se han encontrado recipientes con objetos de oro, cuentas de collar y piezas de colgar. El grupo piartal produjo cerámica multicolor sin decoraciones antropomorfas ni zoomorfas, y entre sus objetos de oro se encuentran narigueras con discos de oro y cobre de unos 18cm de diámetro, decoradas con figuras geométricas. El grupo tuza produjo ollas, platos y ánforas de barro, generalmente pintados en los bordes con animales y formas vegetales estilizadas; igualmente se han encontrado instrumentos musicales en forma de concha.




La quimbaya
La cultura quimbaya habito el valle del rio Cauca desde varios siglos antes de Cristo hasta el primer milenio después de Cristo; aunque un poco investigada, se le conoce una cerámica de color café afín a las de las culturas yocoto, Tolima y San Agustina. Entre los hallazgos de esta cultura abundan las piezas de oro, narigueras, aretes, poporos y collares. Tras el periodo quimbaya clásico, el periodo tardío dejo más ejemplos de orfebrería en oro y cerámica, de cabeza plana, con ojos y boca grabados en la arcilla, y decorados con diseños geométricos pintados. Los quimbayas son considerados los mejores orfebres precolombinos en el área colombiana, y entre sus objetos figuran sus excepcionales poporos, remates de báculos y remos, cascos ceremoniales, narigueras y piezas de colgar.




Los sinu
La cultura sinu floreció en las llanuras irrigadas por los ríos de Cauca, San Jorge, Sinu y Nechi, en la zona que actualmente ocupan los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar. El área fue habitada por diversos pueblos con anterioridad al 900ª.C. Junto los tairona, forman parte del área cultural Caribe que habito la región litoral del norte de Colombia. Las piezas que elaboraron en alfarería incluían copas, tapas de urnas, ollas y pitos. A menudo, la figura femenina aparece en sus piezas como símbolo de una sociedad basada en el matriarcado; sus elementos decorativos preferidos eran el rombo y la cruz. La orfebrería de los sinu, de singular belleza, se desarrollo con el oro del bajo Cauca, a partir del cual producían primero laminas martilladas y repujadas, con las que luego elaboraban diversos objetos, como pectorales, cuentas para collares y remates de báculos con figuras antropomorfas, de decoración recargada y con representaciones de la fauna de la región, característica de la cultura Caribe.




Los tairona
La poca homogénea cultura habito en la Sierra Nevada de Santa Marta y sus alrededores, y parece haber tenido afinidades culturales con el pueblo muisca. La materia prima para la orfebrería en tumbaga –aleación de oro y cobre- era conseguida por los taironas a través de intercambios con otras culturas. Al parecer, la tairona tuvo dos periodos: el primero data del siglo V d.C., y el segundo de 700 hasta 1525 d.C., cuando alcanzo su apogeo cultural. Los tairona desarrollaron un calendario agrícola y constituyeron importantes obras de ingeniería, como caminos de piedra, terrazas, puentes y canales de irrigación. Su cerámica, que data de 1000 a.C, esta representada por recipientes de color negro, rojo y café claro, con formas antropomorfas y base circular, sus piezas de oro, bellamente terminadas y de índole simbólica, generalmente representan seres alados, como hombres-murciélagos; también hay piezas como narigueras, collares, pectorales y aretes que representan jaguares y pájaros con significados, al parecer también simbólicos o totémicos.




La cultura muisca
Esta cultura también conocida como chibcha por el nombre de su lenguaje, prospero en las regiones que hoy ocupan los departamentos de Boyacá y Cundinamarca, y data desde 800 a.C. hasta la Conquista. Estuvo antecedida por una cultura premuisca llamada herrera, que apareció en 300 a.C. y se extendió varios siglos después de Cristo. Además de desarrollar una agricultura avanzada, parece que este pueblo poseía conocimientos astronómicos. El sol representaba la fertilidad y la vida, y su símbolo era el oro. Veneraban a diversos dioses como Bochica, Chuchavitea, Nermequene, Chía y Bachue, cada uno con atributos diferentes, y a quienes hacían ofrendas y sacrificios humanos. Entre sus ceremonias se destaca el conocido rito de Eldorado, que se celebra con motivo del ascenso de un nuevo cacique, y en el cual esta debía cubrirse el cuerpo con polvo de oro para luego sumergirse en la Laguna de Guatavita. Durante el período herrera, la orfebrería fue muy escasa, y la cerámica, muy simple y sin pintura; pero, durante el periodo muisca, aunque la cerámica de uso diario continuo siendo sin simple y sin decoraciones, las piezas ceremoniales, en contraste, usualmente llevaban decoraciones con formas geométricas y algunas representaciones de animales. De este periodo data las múcuras o ánforas de barro para almacenar chicha. Sus objetos de oro datan del siglo X d.C.; generalmente son algo burdos, pues, al parecer, fueron producidos en masa a partir de moldes diseñados para tal fin. Para agradecer o solicitar favores a los dioses, esta cultura elaboraba pequeñas figuras de personajes como guerreros y mujeres casi siempre portando niños, conocidas como tunjos, o representaciones de escenas de sacrificios, que se depositaban en vasijas de barro cuya figuración, a su vez, representaba caciques o chamanes, y que finalmente servían como ofrendas que se guardaban en cuevas o grietas en las piedras.